La clase media brasileña se convierte en árbitro de las próximas elecciones

La presidenta y candidata presidencial del Partido de los
Trabajadores Dilma Rousseff saluda a sus seguidores durante su campaña.
Associated Press
SÃO PAULO—
Juliana Oliveira
disfruta de una vida que parecía inimaginable durante su niñez en
una región pobre del noreste de Brasil. Tiene dos títulos
universitarios, un buen sueldo en una joyería multinacional y un
apartamento en esta costosa ciudad cosmopolita.
No
obstante, Oliveira, de 33 años, está reconsiderando su respaldo al
Partido de los Trabajadores (PT) en la elección presidencial del 5 de
octubre. El PT ha gobernado durante una década de rápida expansión
económica que impulsó a millones como ella a una creciente clase media,
pero ha estado manchado por la corrupción, observa.
"Brasil
ha mejorado, pero lo podemos hacer mucho, mucho mejor", dice Oliveira,
quien votó por Dilma Rousseff en 2010 pero también estuvo entre el
millón de manifestantes que salieron a las calles el año pasado a
protestar contra la corrupción y los deficientes servicios públicos.
Oliveira
personifica las crecientes expectativas y demandas más exigentes de la
clase media de Brasil, que ahora conforma 47% del electorado y cerca de
55% de su población. Los economistas llaman a este grupo la Clase C, en
el medio de cinco categorías de ingresos que van de la A a la E.
Las
mayores exigencias de la Clase C son una razón importante por la que el
PT se encuentra enfrascado en una batalla electoral imprevistamente
difícil con el Partido Socialista Brasileño y su candidata
Marina Silva,
a quien las encuestas la muestran empatada en una segunda vuelta
con Rousseff. Según una encuesta publicada el martes por Ibope, ambas
recibirían 41% de los sufragios en esta ronda, que tendrá lugar el 29 de
octubre. El candidato de centroderecha Aécio Neves quedaría en el
tercer puesto en la primera vuelta.
"Esta
es una nueva clase media que tenía acceso a bienes de consumo y
créditos y está agradecida a los gobiernos del PT", dice Mauro Paulino,
director general de la encuestadora Datafolha. "Pero ahora quieren más".

El auge de la clase media de Brasil
se asemeja al de otros países latinoamericanos que han logrado reducir
considerablemente sus niveles de pobreza y desigualdad de ingresos. La
cantidad de brasileños que viven en la pobreza cayó de 26% en 2002 a 10%
en 2012, durante la gestión del presidente
Luiz Inácio Lula da Silva
y de Rousseff.
Sin embargo, la
clase media brasileña es mucho más pobre que las de países
desarrollados, lo que resalta el largo camino que tiene por recorrer. La
Clase C en Brasil abarca familias que ganan el equivalente a entre dos y
10 veces el sueldo mínimo, o aproximadamente entre US$900 y US$3.800 al
mes. El diverso grupo incluye desde profesionales como Oliveira hasta
residentes de menores ingresos que viven en las favelas.
"La
Clase C no es un tipo de clase media como la de Estados Unidos", dice
Marcelo Neri, secretario de Asuntos Estratégicos de Rousseff. "No tiene
dos perros, dos autos, esa no es la idea".
Obtener
votos de este diverso grupo será un desafío, debido a que sus
prioridades cambian constantemente y su lealtad política está en
disputa, dice
Fernando Henrique Cardoso,
presidente de Brasil entre 1995 y 2003. "Aún no están arraigados,
se están moviendo", señala el ex mandatario. "No tienen vínculos de
lealtad a un partido o a una concepción del mundo".
Oliveira,
por ejemplo, no ha decidido por quién votará. Aunque es crítica del PT,
también ve el Partido de la Social Democracia Brasileña de Neves como
"elitista". Y ve con recelo a Silva por sus posturas evangélicas sobre
el aborto y el matrimonio homosexual.
Algunos
observadores afirman que parte de lo que está en juego en la pelea por
los electores de la Clase C es el papel que tendrá el Estado: el modelo
paternalista e intervencionista del PT; o el modelo menos estatista y
favorable para las empresas que promociona Neves; y una "tercera vía"
que intenta impulsar Silva.
Si bien les
ha ido bien en la última década, muchos electores de la Clase C se ven
afectados por la débil economía y la inflación. El Producto Interno
Bruto se contrajo 0,6% en el segundo trimestre y muchos economistas
prevén poco crecimiento este año. Mientras tanto, tras años de realizar
cuantiosas compras a crédito, muchos están agobiados por las deudas.
Miembros
jóvenes de la Clase C con un mayor nivel de educación y mejores
salarios están entre los que respaldan a Silva, según las encuestas. Fue
este grupo, junto con las más privilegiadas clases A y B, el que
conformaba gran parte de los manifestantes el año pasado.
Mientras
más se baja en la escala de ingresos, mayor es el respaldo a Rousseff.
Muchos votantes de bajos recursos sienten que la cuestión primordial en
esta elección es si quieren arriesgarse a perder algunos de los avances
que consiguieron durante la gestión del PT dando su apoyo a Silva o
Neves.
Jesse Silva Dantas, de 33 años,
logró salir de una favela de Rio de Janeiro gracias a sus negocios de
lavado de autos y reparación de celulares. Sin embargo, cree que muchos
brasileños aún dependen de las iniciativas centrales del PT como Bolsa
Familia, un popular programa de pagos de efectivo a familias de bajos
ingresos. "Lula mejoró nuestras vidas, a la gente de las favelas", dijo
en referencia al ex presidente. "Por lo tanto, seguiré con Dilma".
Mientras
considera sus opciones, Oliveira dice que lo que define el paso a la
clase media no es tener más tarjetas de crédito o electrodomésticos,
sino una mejor educación y una mayor conciencia política. "Cuando uno
tiene educación tiene una mente crítica, y es más difícil ser
manipulado", observa.
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